lunes, agosto 02, 2010

El cazador de brujas que era mudo

¿De verdad es necesario un "Ministerio de Igualdad"? La respuesta unánime de la gente inteligente es, por supuesto, "no". Yo, personalmente, no me voy a quedar en el escueto "no" y mostraré una par de "cómicas" razones (o terriblemente trágicas, depende de cómo se mire: un servidor prefiere always look on the bright side of life) por las cuales opino que tanto el ministerio como la ministra deberían ser inmediatamente sepultados en la cripta de la vergüenza...

1. España está gastando mucho, mucho dinero en mantener otro ministerio, que por otro lado, es más bien una suerte de "símbolo" más que una institución con una función esencial en el Estado (como por ejemplo, se me ocurren, Sanidad, Trabajo, Medio Ambiente, Hacienda y bueno, esas minucias). Esta fue, estoy seguro, una de esas ideas mañaneras del señor Zapatero: "Se me ha ocurrido una brillantísima idea para la segunda legislatura: creemos un emblemático ministerio para que se note que aquí en España somos muy igualitarios".
Lo cierto es que si lo miras con la manida y rayada lente de las buenas maneras y lo políticamente correcto (o, hablando en plata, la hipocresía y la demagogia) queda muy bonito. Pero si lo piensas fríamente, ¿puede realmente existir la igualdad si es necesaria la existencia de un Ministerio de Igualdad? ¿Hay igualdad de género si se convierte en obligación, en anécdota o en publicidad el nombramiento de "más ministras que ministros", haciendo más hincapié en el sexo de los susodichos papanatas (porque lo son) que en su competencia y sus capacidades? No vamos bien por ahí, señores. Y sí, digo "señores", y no "señoras y señores", porque, por si alguien aún no se ha enterado, en español, para referirse a un conjunto genérico se emplea la forma masculina de la palabra, con valor genérico, no con valor masculino.
Llamadme idealista si queréis, pero en mi humilde opinión, la configuración de la sociedad está cambiando. Las nuevas generaciones serán diferentes, no serán conscientes de una supuesta diferenciación social respecto a las mujeres, los homosexuales, las razas, procedencia, etc. Pero si estamos todo el día recalcando esas diferencias, como hace la señora Aído (ahora voy con ella, no os preocupéis), la distinción permanecerá en la sociedad. Todo esto es mi humilde opinión. Respeto lo que otras personas puedan pensar acerca del tema, pero aún así, considero mis motivos lo suficientemente fuertes como para que las competencias de un Ministerio de Igualdad regresen a un Trabajo y Asuntos Sociales, como antaño, ahorrándonos  dinero y tonterías.

2. Siguiendo la senda de pensamiento del actual Ejecutivo, tan centrada en el talante y la imagen bondadosa y  progre (sí, acabo de usar las palabras "talante" y "progre" tal como las usa y ha usado Jiménez Losantos. Quién me lo iba a decir a mí), la persona encargada de llevar las riendas del nuevo y simbólico Ministerio debía ser una mujer. Pero de ahí a que sea Aído va un trecho. Voy a ponerme impertinente sin que sirva de precedente: por respeto a las mujeres inteligentes, no me gusta llamar a la tal Aído mujer. Es más bien un "antihombre". Yo creo que debe tener algún problema con sus congéneres masculinos porque ya me dirás si no cómo es posible que diga tantas gilipolleces.
Desde la famosa perla de "miembros y miembras" hasta la más reciente: "si Lehman Brothers hubiese sido Lehman Sisters, todo cambiaría". Lo que hace frecuentemente la Aído, como hacen las innecesarias feministas es suponer vagamente, ahí, en el fondo de su discurso la superioridad de la mujer frente al hombre. ¿Es eso Igualdad? No señora. Igualdad es tratar de dar a todo el mundo las mismas oportunidades. No, mentira: Igualdad es darle a cada uno las oportunidades que puede acometer, es proporcionar a cada persona la opción a vivir una buena vida conforme a su personalidad, su identidad y sus capacidades. Qué utópico todo. Nos conformaremos con lo de "darle a todo el mundo las mismas oportunidades"...
En fin, si hay alguien en el mundo que considere que una persona incapaz de ser discreta, lúcida, pragmática y eficaz (léase: Bibiana Aído) es la adecuada para un puesto de responsabilidad en el gobierno de un país, que se vaya con Bibiana a una plataforma petrolífera y monten el suyo propio.

Después de la charla que, de trascender a la opinión pública levantaría ampollas y sería duramente criticada por los cretinos hipócritas y cínicos ignorantes que sostienen ideológicamente nuestra lamentable sociedad, también se me ocurren algunas otras razones por las que cesar a Bibiana, más divertidas e incluso más importantes (y esto me lo permito porque la charla no trascenderá ^^): su apellido al revés es Odia, se cree muy lista, después de decir "miembras" se ríe entre dientes, ha demostrado ser una intolerante e intransigente y por encima de todo (el insulto no es intencionado, solo tautológico) es idiota.

PD: ¿por qué no invertimos en ministerios más divertidos? Así por lo menos pondríamos a mal tiempo buena cara...

El panteísta que era cazador de brujas

Estás tranquilamente navegando por la red. Quizás visitando algún blog mientras escuchas apaciblemente la Sinfonía nº 41 de Mozart (el segundo movimiento, aquel por el cual, según Woody Allen, merece la pena vivir) o disfrutas de la inteligencia compositiva del maestro Morricone, puede que en Vatel, con la Symphonie Avec Voix o la Deuxième Symphonie, incluso cabe pensar que lo que los altavoces profieren son las guitarras eléctricas y letras conspiranoicas de Muse, los ritmos delirantess de Danny Elfman, los virtuosismos geniales que compuso Chopin, o los ritmos modernos y alternativos de Kasabian. 
Y de repente, ocurre. Abres una página y empieza a sonar música. Una música que no deseas escuchar. Un sonido que, por muy lírico que sea, te parece estridente por empañar a Mozart, Morricone, Muse, Elfman, Chopin o Kasabian, e instanténeamente empiezas a odiar la web que ha destrozado un clímax musical o un trance armónico. A veces encuentras la fuente de tan incómodo sonido rápidamente. Otras veces (las más) das vueltas como un loco hasta que la hallas. En cualquier caso, una vez que consigues sofocar el ruidillo indeseado, no puedes evitar pensar por qué misteriosa razón alguien se dedica a torturar a la humanidad de tan cruel forma...

miércoles, julio 28, 2010

El misantropófilo que era panteísta

Hoy quiero cambiar de tema. Voy a hablar de la belleza del mundo. Por supuesto, lo de cambiar de tema era irónico en cierta medida.


El caso es que, en el campo cinematográfico, no conozco a ningún otro capaz de captar la esencia estética de la naturaleza mejor que el director de culto Terrence Malick. El susodicho auteur, iniciado en esto del séptimo arte con una modesta pero profunda joya como Badlands, si no recuerdo mal, la historia de dos jovencísimos amantes que se dan a la fuga tras haber matado al padre de ella, una declaración de la libertad y la caprichosa espontaneidad de la vida, y prosiguió su andadura cinco años después (como podréis comprobar, su ritmo de trabajo es vertiginoso, pero, todo hay que decirlo, va conforme a la calidad y perfección de las obras) con la preciosista, magnífica, natural, susceptible de causar desprendimientos de retina por la insultante hermosura de su fotografía,  Days of Heaven. Days of Heaven, aparte de contar con uno de los más brillantes cinematógrafos del siglo pasado, que por cierto, era originario de España aunque plenamente cosmopolita (Néstor Almendros, ganador del óscar por esta obra magna) y con una banda sonora mágica al estilo del Desplat de El Curioso Caso de Benjamin Button, por citar un ejemplo cercano en el tiempo, pero más mística y supremamente lírica y atemporal compuesta por el genio Morricone inspirándose, sin duda alguna en la pieza correspondiente al "Acuario" del Carnaval de los animales de Saint-Saëns, que suena en algunos momentos de la cinta, es una muestra supina de ese misticismo que imprime Malick en sus películas. Un misticismo panteísta, que convierte al mundo en un todo, mostrando el devenir concreto de ciertas vidas humanas en un contexto amplísimo. Es el detalle embebido en el absoluto.

El panteísmo de Malick tiene su culminación en The Thin Red Line, de 1998, nada menos que 20 años posterior a su obra previa Days of Heaven, quizás una de las mejores (si no la mejor) películas bélicas de la historia (Digamos Apocalypse Now, Paths of Glory, Full Metal Jacket... y The Thin Red Line). Con este filme Malick demostró una vez más su maestría, y se superó a sí mismo, mostrando de nuevo esa concepción de la naturaleza como una bellísima maquinaria (Malick hace incapié en la belleza de la naturaleza con esos primeros planos de animales, los creativos y hermosos encuadres que aprovechan las líneas y elementos naturales al máximo) que funciona al unísono, con el hombre dentro de ella, quizá inconsciente de su papel en el mundo, empeñado en una destrucción y autodestrucción infructuosa que nada tiene que ver con la conjunción y armonía con la naturaleza que demuestran estadios supuestamente más primitivos de la vida e incluso dentro de la misma raza humana. Pero, en fin, todo esto son suposiciones mías, que veo cuatro planos bonitos y se me ocurren estas cosas.


By the way, algo que me encanta de este director es el cuidado que tiene por la música, por la banda sonora, cuidado del que muchos directores incautos carecen. Malick sabe del poder de la música para crear sensaciones, y las melodías que encuadran a sus imágenes perfectas suelen estar a la altura del lirismo y trascendencia de las mismas. Y es que solo hay que ver los nombres con los que ha trabajado: Morricone, Zimmer, Horner (¿habrá parabará?), próximamente parece que Desplat...
Porque este año volveremos a hablar de Terrence Malick. Tras su adaptación de la historia de Pocahontas y John Smith en  The New World (2005) -aunque no la he visto, imagino que persiste el motivo de la armonía con el mundo de los nativos contra la destrucción innecesaria e ingenua que provocan los colonizadores-, este mismo año estrenará su nueva obra, The Tree of Life.

viernes, julio 16, 2010

La contradicción que era misantropófilo

Definitivamente creo que un término como "misántropo" o "antropófilo" no acaba de perfilar en toda su extensión mi relación amor-odio con la raza humana. Misantropófilo es mucho mejor. Muchas veces me sorprendo contemplando a la obra del ser humano maravillado y obnubilado por la belleza. Pero la mayor parte del tiempo solo veo cosas como esta:


Y qué queréis que os diga, si nadie viene y me asegura que todo esto es una conspiración del mundo contra mí, una especie de gran broma universal, prefiero quedarme en la misantropofilia.

jueves, julio 15, 2010

El salvador de gatos con retraso que era contradicción

Hoy he leído algo en algún sitio, no recuerdo dónde, sinceramente, pero era algo así como: "no nos olvidemos de Haití, no nos olvidemos de los vertidos del golfo de México y no nos olvidemos del problema del Sáhara".
No sé qué pensar acerca de ello. Y quiero decir, ¿tiene algún sentido ya preocuparse por ello? Por mucho que lo recuerde, no creo que tenga ninguna utilidad.. Lo poquísimo que podría hacer lo he hecho ya, y es una acción tan nimia que ni siquiera creo que sea útil. En fin, que para lo único que me serviría recordarlo es para tener presente que el mundo es una mierda y se está convirtiendo en una mierda mayor. Pues qué optimismo.
Pero por otro lado, ignorarlo es como llevar una de estas gafas absurdas y ver lo que quieres ver.Y si no lo ves todo, no puedes tener una buena perspectiva, y si no tienes una buena perspectiva, ¿cómo vas a saber ninguna cosa, cómo vas a hablar sobre cualquier tema?
Así que, ¿qué hacemos? ¿Intentamos vivir una vida feliz e ignorante exenta de preocupaciones más allá del precio de las patatas y de si los empleados del metro hacen huelga? ¿O vivimos conscientes de lo que ocurre en el mundo, quizás, por ser más conscientes, sin esa tonta felicidad que da el no saber?
Lo ideal sería el equilibrio, pero eso es imposible. Hay dos tipos de personas: los que no quieren saber y los que quieren saber. Si no quieres saber, puedes cambiarte de bando, pero no ocurre al contrario. El conocimiento es lo más elevado que poseemos, y una vez iniciamos su camino, nos atrapa en él.

lunes, julio 12, 2010

El asesino de gatos por omisión que era salvador de gatos con retraso

O de cómo continuó la historia del Gatito que Maúlla.
Pues sí, señoras y señores, un servidor bajó a buscar el gato. Eso sí, no solo, sino acompañado, por sugerencia del acompañante y varias horas después de que saliese el sol. En una primera exploración, el gato no apareció, pero más tarde, en mitad de El Partido (así, con mayúsculas) en la segunda, finalmente encontramos un pequeñísimo gato al que intentamos alimentar con un guante de látex lleno de leche templada sin éxito, conque lo devolvimos al lugar en el que estaba.
Pero no termina ahí la cosa, una inusual dama de elevada experiencia vital acudió a la llamada del gato tras habernos espiado en nuestra odisea anterior y habernos ignorado cuando le ofrecimos el gato estando ella asomada a su ventana. Según lo que desde la mía pude otear, la señora se llevó el gato a su humilde morada. Puede que haya sido capaz de alimentarlo, en cuyo caso vivirá, o puede que no, en cuyo caso morirá.
Ahora tomaos la metáfora como queráis, yo, personalmente, prefiero el lado positivo.

domingo, julio 11, 2010

El fiscal que era asesino de gatos por omisión

Hay un gatito que maúlla, allá, en el descampado enfrente de mi ventana, solo en la oscuridad, me imagino. Debe ser muy pequeño, sus maullidos suenan muy agudos, indefensos, asustados y descorazonadores, despiertan una especie de rara compasión, un instinto protector. Quiero bajar ahí y buscar al Gatito que Maúlla, abrazarlo y traerlo aquí conmigo.
Sigue maullando, como desesperado, desenfrenado, lo veo en mi mente, un pequeñísimo y dulce amago de gato blanco, de ojos azules, extremadamente abiertos de pánico y desprotección. En ese imposible futuro hipotético en el que bajo y encuentro al Gatito que Maúlla, éste me rehuye al principio, y cuando lo alcanzo y lo recojo en mis brazos, envuelto en una toalla, se revuelve y trata de escaparse y arañarme con sus primitivísimas y débiles uñas. No voy a bajar a por ese gato. Aunque me gustaría bajar: quiero bajar. Pero nunca bajo. Esta no será la excepción.
Quiero bajar.

viernes, julio 09, 2010

El bachiller que era fiscal

Hay una frase que deseo decir, y quiero que parezca que la pronuncio muy despacio, saboreándo cada sílaba, deteniéndome con odio en cada palabra, así que, la escribiré así:

I. Just. Can't. Believe it.

Ahora, supongo que merecéis una explicación, queridos fantasmas. Nunca he tenido nada en contra de Justin Bieber (creedme, odio que SU nombre aparezca en MI blog) más allá de que no soporto su insulsa sensiblería, su aire de androide creado por alguna siniestra compañía que pretende hacerse rica a costa de las neuronas de toda una generación de insoportables preadolescentes hiperfanáticos y su nulo talento para la música (vaya, que si llego a tener algo en su contra, directamente le atropello). 

miércoles, junio 23, 2010

El Vampire Slayer que era bachiller

Que venga aquí alguien a decirme a mí que la prueba de Selectividad lo que hace es elevar la media del bachillerato. Que venga, y le saludaré con una soga y un sable. Señores, gracias a Selectividad mi preciosa media ha bajado 0,31 puntos.
"Vaya, no es para tanto", pensarán algunos, "Pues sí que estás hoy quisquilloso", dirán otros, "Déjanos en paz y cállate", será la opinión extendida, pero no permito que un profesorzuelo de filosofía cualquiera, que se habrá sacado la carrera por la vía monetaria, y que por esa u otras vías de similar calaña se ha metido a corrector de Selectividad, me diga que mi examen era para un 8,5. Me escandaliza y me aterra. Mi cuasiperfecta -modestia aparte- exposición de la Teoría del Conocimiento platónica, mi interpretación de sus palabras acerca de la dialéctica y mi retrospectiva histórica sobre la influencia de Platón en el saber humano, construida con prosa precisa pero sencilla, merece algo más que un 8,5. Esa ha sido una estocada. Se me ha corregido a mala leche, estoy seguro, olvidando toda humildad en este punto.
En fin, la intensidad de mi pasajero enfado con el mundo es sólo comparable con la satisfacción que siento pro haber acabado el bachillerato y superado la PAU. Que baje ahora Dios del cielo y destruya el mundo si quiere, que yo ya estoy satisfecho. Por ahora. Y el año que viene, dejaré este asqueroso poblacho en el que habito, así que pienso despreciarlo todo lo que pueda en los tres meses que me quedan en él. Entre tanto, voy a disfrutar de la paz que brinda la libertad...

lunes, junio 21, 2010

El fetichista que era Vampire Slayer

Me encanta la canción de Muse "Neutron star collision". De hecho me gusta cualquier canción de Muse. Pero odio la prostitución twilightera que conlleva la canción susodicha. Porque, aceptémoslo, Twilight tuvo su época, al menos para mí, pero ya es hora de reconocer ante mí mismo y ante el mundo lo que llevo pensando desde hace exactamente aproximadamente un año/año y medio: la saga crepúsculo es una bazofia total y absoluta. Cumplió con su cometido -entretener-, pero ningún otro mérito puede achacársele. Creo firmemente que es el mayor sienta-tópicos de mi generación, además de fuente inagotable de insoportables productos vampíricos oportunistas cuya calidad brilla por su ausencia (notabilísima excepción la de True Blood), en consonancia con la calidad artística de la obra primigenia. Porque, leyendo Crepúsculo, ¿dónde demonios Cristo está la creatividad exuberante que, sin ninguna vergüenza puedo atribuir a Harry Potter? ¿dónde está la profundidad filosófica de Lestat de Lioncourt? ¿el poderío clásico del Drácula original?
¿Y la parte romántica? ¿Es que se trata de coger la genialidad de Jane Austen, rodearla de vampiros absurdos -que pueden salir a la luz del día- (someone kill me Stephenie, please)  y rebajarla a una mera historia de "complicado amor" digna del más tonto folletín telenovelesco?
En fin, si hay un vasto tropel de adolescentes de agudos gritos y por cuyas venas discurre una disolución saturada de hormonas decidido a llenar las salas de cine  con sus agradabilísimos desgañitamientos, por mi, perfecto, pero yo no voy a gastar mi dinero en ver una mala película acompañada de un coro de sirenas en el patíbulo. Prefiero quedarme en casa, con mi Conrad, mi Lorca, mi Fassbinder o mi Altman, y hacer como que Crepúsulo no existe.

PD: He conseguido crear una entrada no-filosófica. Me merezco un premio. Cuanto menos, una palmada en la espalda.

viernes, junio 18, 2010

El vidente que era fetichista


CORTINAS Y BALDOSAS

Entonces apagó la radio. La apagó porque le molestaba. Las voces se habían tornado en monstruos de fondo, que invadían los ecos lejanos de rugidos y sonidos inhumanos. El ruido parecía proceder del interior mismo de la vida, de las entrañas profundas del mundo, que, invirtiendo el papel de las sirenas, trataban de asustarle para que huyera lejos. Un cigarrillo encendido había aparecido espontáneamente entre sus dedos, liberando una columna de humo blanco que ocasionalmente se retorcía y plegaba, como en su mente se retorcía y plegaba la torturada y truculenta idea de que el cosmos no le precisaba, que el orden del mundo le despreciaba. Entonces apagó la radio. Y se levantó de la cama, abandonando las sábanas completamente empapadas de su sudor salino.
Nunca había fumado, ni siquiera tenía tabaco en casa, así que tiró el cigarrillo a través de la ventana abierta, que proporcionaba una leve brisa a cuyo son se mecían los blancuzcos corti-najes. Los blancuzcos, sedosos cortinajes. Se envolvió en ellos sin pensarlo, como acto impulsivo del instinto, y en su enfermizo descenso a la locura fetichista sufrió una catarsis en la que creyó estar enamorado del tejido traslúcido al que se amarraba y con el que frotaba su cuerpo. Era una inédita sensación de apego por algo mundano , un ancla que lo unía al mundo que momentos atrás había tratado de ahuyentarlo, y también un desarraigo de su propia esencia.
Las cortinas se amoldaban al calor y forma de su figura de mármol griego, acariciaban su pe-cho, sus hombros, su espalda, su sexo, pero sobre todo, acariciaban lo que ningún otro ser humano podía acariciar: su alma. Así permaneció, arrastrando su dignidad en el tejido de unas cortinas mientras el demiurgo observaba con desazón cómo la más preciada de sus obras, la regia lógica del equilibrio, era totalmente desenmascarada por aquel hombre enfermizo como una farsa, un velo que oculta la belleza del caos y que, mecido caprichoso por las pasiones, como las aleteantes cortinas lo eran por el viento, permitía entrever ocasionalmente la llama interior.
Contempló con sus orbes vítreos aquello que se extendía más allá del remanso amoroso de la tela traslúcida, detrás de la barrera invisible que establecía el marco de la ventana, y encontró una luz amarillenta, artificiosa, que alumbraba impía el camino del hombre. Luciérnagas eléc-tricas pendientes de hilos metálicos que surgían de los costados de la vía: no eran más que perversiones de la razón, un molde imperativo del que estaba a salvo en el refugio vaporoso de su amante. Soplaba el viento. Soplaba intenso, como movido por la maquinaria del mundo, y arremolinaba los faldumentos níveos que rodeaban al pobre iluso.
Por fin, el viento consiguió arrancarlo de su perturbada ensoñación platónica, cuando en una estocada traicionera elevó las cortinas hasta rozar el techo y el hombre se quedó, otra vez, desnudo, avergonzado, fuera del Edén. Tras su experiencia mística, el mayor cambio que apreciaba en su cuerpo era una desértica sequedad en el páramo cuproso de su lengua, y el remedio lo encontró encerrado en cristal, sobre la mesilla en que la radio, apagada, se veía incapaz de reproducir los ecos rudos de la Tierra. El escaso líquido amarillento que quedaba en la botella quemó su lengua, su garganta, pero eliminó el regusto metálico de una mala noche. Encendió uno de esos espontáneos cigarrillos e hizo amago de vestirse, pero algo convulso y pulsante en su interior le hizo traspasar el umbral de la habitación exhibiendo su pletórica desnudez.
El hombre recorrió el pasillo, notando cómo cada vez que apoyaba su peso, una corriente invisible de calor se perdía para siempre en el helado tacto de las baldosas. Pero aun disipando en cada movimiento por aquel túnel cerámico parte del ardor de su vivir, no experimentaba ningún avance al vacío, no faltaba carbón en su caldera. Había en él fuerza, sí, pero no motor. Al mirar cara a cara al mundo, ningún sentimiento azuzaba su devenir, era como perder el sentido de la estética, quitarse los anteojos de rosa y ver que las baldosas amarillas conducían a un fraude. Y ahora estaba perdido, y lo que es peor: sin zapatos rojos.

Fragmento inicial del relato "Lo que alumbra el camino"

jueves, junio 10, 2010

El tomador de apuntes profesional que era vidente

Si ya lo decían los epicúreos, mis amigos los filósofos del jardín. Es absurdo temer el futuro porque vaya a llegar infaliblemente o porque no llegue nunca, pues ni depende totalmente de nosotros ni nos es de todo ajeno. Racionalmente, no admite discusión alguna. Pero no debemos olvidar que el futuro es un absurdo, es algo incognoscible, un concepto que basamos en la creencia en la uniformidad. De modo que, visceralmente, es natural que el futuro nos de miedo, porque nuestro ser racional no puede manejarlo como tal, pero al mismo tiempo, empleando la razón podemos concluir que la existencia de un futuro no depende en gran parte de nosotros, y no somos responsables de lo que ocurra o no ocurra en él, de modo que, ese miedo visceral, basado en la inefabilidad racional prueba la ineficiencia de la pura razón. Yo digo: "tengo miedo, lo acepto". Y entonces el miedo deja de ser una fuerza atenazante para convertirse en una fuerza vital motriz. Porque el miedo se basa en lo desconocido, tiene su inicio en la mente, y a su vez la mente lo niega, pues ésta es la máxima expresión de lo antinatural aún surgiendo de lo natural. El ser humano se cree especial por su consciencia-autoconsciencia pseudolibre, y valora más la mente que la víscera. Es ahí donde yerra, porque ambas son la misma cosa, y aunque es necesario distinguirlas , se debe tomar ambas en su justa medida, y sólo de ese modo el hombre llegará a ocupar su puesto natural, alcanzará su propia naturaleza y disfrutará el más alto grado de libertad: la libertad que no está en conflicto con la realidad, la libertad real o natural.
Lo desconocido, que motiva el miedo, la diferencia, ya lo he dicho anteriormente, es la base de la evolución, de la realización y la autorrealización, y si la belleza del mundo es el motor de la existencia racional, el miedo es el motor del devenir natural en máximo grado de perfección.
Y así es como la mente, que nace de la víscera, se reconcilia con ella y acepta "soy natural con potencial libre".

En serio, estoy loco. Qué bien, ¿no?

viernes, junio 04, 2010

El amante que era tomador de apuntes profesional


DAVID HUME Y EL PROBLEMA DE LA REALIDAD
 
Uno puede estar absolutamente seguro de la realidad del presente porque tenemos impresiones de él, y tampoco se puede dudar del pasado, pues guardamos de él ideas que provienen de la impresión. Sin embargo, del futuro nada podría aventurarse dado que no tenemos de él impresiones ni mucho menos recuerdos. Pero el ser humano parece tener una cierta certeza acerca de algunos sucesos aún por llegar, entonces, ¿es posible predecir fenómenos futuros?
Todo razonamiento sobre cuestiones de hecho parece basado en la relación causa-efecto, relación que conocemos por experiencia. El efecto es totalmente distinto de la causa, y no hay nada en los conceptos de causa y efecto que los relacione directamente para que podamos afirmar desde la evidencia que el primero es causa del segundo. Asignamos, entonces, la relación causa-efecto por semejanza: el ser humano infiere que en situaciones semejantes se darán los mismos fenómenos.
Esta inferencia, en definitiva, termina por presuponer que el futuro será igual que el pasado, lo cual es un enunciado completamente indemostrable. Así que, no es la razón la que nos induce a creer esto, sino la costumbre, que entonces se constituye como guía de la vida humana, es la que incita la creencia de que va a repetirse el mismo acontecimiento en situaciones semejantes, y esa creencia es un sentimiento particular que se acompaña de una asociación de ideas que funciona como principio regulador de nuestras acciones. Dicha creencia puede ser extremadamente probable, pero está basada en un hábito, y por ello es algo meramente psicológico.
David Hume y el Empirismo, Maravillosos apuntes de filosofía.

Si algún alma solitaria se pregunta por el motivo por el cual he decidido mostrar al mundo lo que hago en clase de filosofía, la razón es que he sentido unas ganas repentinas de quitarme el sombrero al leer estos párrafos...

miércoles, junio 02, 2010

El urbanita que era un amante

Here I am, dying of love. ¿Y no lo estamos muchos? Esa desazón que causa la ausencia del/de los otro/s fragmentos del alma de los que habla Platón. Qué poético el platonismo, qué sentimental. No concibo qué puede ser más nocivo para las ganas de vivir o para la felicidad que la falta de apetito cognoscitivo. Y no concibo qué puede ser más hiriente para el apetito cognoscitivo que la falta de amor. La mayor parte de la gente malinterpretará la última frase dándole un significado popular (y bastante poco elegante y demasiado romántico) en lugar de la profundidad que encierra esa sentencia.
Ahora, cuando hablo de amor, me refiero al más puro apego físico y mental por las cosas y por otras entidades físico-mentales. Es absolutamente necesario para el alma amar la belleza del mundo, que está en todas partes, y es en definitiva lo que mantiene a los seres humanos, con nuestra cuasilibertad, consciencia plena y autoconsciencia en la senda de la vida. Es absolutamente necesario desde el punto de vista natural y fisiológico para un ser humano común compartir su vida con otros seres humanos en sociedad, y más aún tener un apoyo más cercano sobre el que construir parte de los cimientos de sus ganas de vivir (he aquí lo que el común llama amor). Es naturalmente necesario, pero también lo es desde el punto de vista psicológico. Aventuro que nuestra necesidad mental de amor (empezaré a llamarlo así en lugar de "cercana compartición de la vida y punto de escape de necesidades físicas y mentales, reason for living etcétera") es una especie de "contagio" de nuestra necesidad física de tal cercanía. Podría llegar a llamarse ilusión de la mente, pero ¿quién dice que las ilusiones no son reales? Lo son en la medida en que la mente consciente las acepta, y la necesidad de amor está plenamente aceptada por la consciencia, conque postularía finalmente que el amor tiene una dimensión física y una dimensión  psicológica que surge por sugestión a partir de la primera. Y nosotros, pobres humanos que en nuestro inmenso orgullo otorgamos mayor valor a lo mental que a lo natural, podríamos concluir que el amor es tan infinitamente importante en nuestras vidas porque llega hasta el punto de afectar a nuestra consciencia. ¿Falacia, tautología, suprema estupidez, sinsentido propio de una mente inferior y absurda pero ampliamente narcisista? Muy probablemente...

domingo, mayo 30, 2010

El miedoso que era un urbanita

Vivir en un pueblo es horrible.
La gente de los pueblos es insoportablemente entrometida y bastante ignorante, aunque suene a topicazo barato. Eso de la sabiduría popular rural a mí, condenado a la vida en un pueblo durante 18 años (albricias, el año que viene me voy), me suena a invento fantasioso.
Así que me voy a permitir el lujo de dar un consejo, por aquello de "bienaventurados los necios que se arriesgan a prestar consejos porque serán sabios a costa de los errores ajenos": jamás nunca os mudéis de la ciudad al pueblo. Puede que sea cosa de mi ingenuidad, pero me temo que la ciudad es el único sitio que te ofrece una mínima libertad social para ser tú, para vivir a tu modo y hacer lo que crees convenientes. La ciudad es la gran conquista de la sociedad contemporánea, estoy convencido de ello.
En mi pueblo, yo no soy "yo", soy "yo diluido al 50%". Diluido porque uno no puede sumir el riesgo de ganarse la enemistad del pueblo entero. Las comunidades pequeñas pueden estar más unidas y conocerse la gente mejor entre sí, pero, aunque suene muy idílico, ¿es eso realmente bueno? Mi respuesta es clara: lo dudo mucho.
Ahora en mi cabeza flota una idea inmadura, que puede ser un esperpento imaginario o ser mínimamente lúcida. Parece que irremediablemente (con baches, como es obvio), el hombre camina de algún modo hacia la plena expresión de su libertad. ¿Puede ese ser cierto? Quizás. ¿Es eso realmente bueno? No lo sé, pero muchos concordaremos en que nuestro objetivo en la vida es mostrar al mundo la idea pura que tenemos de nosotros mismos .
Puede que el año que viene, en León, pueda ser "yo diluido al 60%", y con eso, como dice el habla popular (he aquí la ironía de la literatura) "me doy con un canto en los dientes".

jueves, mayo 27, 2010

El obseso que era un miedoso

¿Qué es lo que mueve el mundo?
Y cuando digo mundo me refiero a la vida humana, a la actividad del hombre.
Bien, es una pregunta compleja a la que pueden darse múltiples respuestas. Entre las más comunes se encuentra la respuesta clásica de los románticos, los ilusos y los que quieren quedar bien y no saben cómo: el amor. Personalmente lo encuentro absurdo. Al fin y al cabo, hay cosas mucho más poderosas que el amor, y no hace falta ser muy alto ni muy listo para verlo. No creo que George Bush atacase Iraq por amor, aunque fuese amor patriótico, ni creo que la gente se asocie en grupos solo por amor. No, esa es una posición muy humana pero muy irracional.
También habrá quien suscriba aquello de money makes the world go around. En definitiva, que lo que anima a las personas es el poder, porque, al fin y al cabo, ¿qué es ese complicado concepto del dinero más que poder? Poder adquisitivo, poder coercitivo, en fin, poder en sus más diversas manifestaciones significa hoy dinero.
Pero hay algo superior al dinero, en mi opinión, que es lo que verdaderamente makes the world go around. El miedo. El miedo lo puede todo, y todo el mundo tiene miedo, es algo natural: miedo a estar solo, miedo a hacer el ridículo, miedo a perder su posición, miedo a perder el poder, miedo al poder, miedo a la gente, miedo al miedo, miedo a la muerte, miedo a la vida...
Parece que casi todo es reducible a miedo. Pero no miedo en el sentido más prosaico del término, miedo en el sentido del sentimiento natural que nos hace reaccionar y poner una solución a un problema, y en definitiva, evolucionar. El miedo es el principal factor del progreso natural. El miedo es el desequilibrio necesario para que el sistema avance al equilibrio. Es la diferencia, la diversidad. Pero esa diversidad está ahí no para temerla y reaccionar en contra de ella, está ahí para aceptarla y superarla, caminar con ella hacia un estadio superior.

Y ahora me gustaría realizar un acto de prepotencia sublime y extrema, un acto de patética glorificación propia a costa de Darwin, porque lo que ocurre en la naturaleza se reduce a esto:

  • Diversidad: en la naturaleza se da la mayor multiplicidad de especímenes posible.
  • Selección: algunos de estos especímenes predominan más que otros, hasta el punto de que ciertos estados posibles pueden considerarse inexistentes.
  • Equilibrio: los especímenes serán más abundantes cuanto más se aproximen al cumplimiento de la ley fundamental de la naturaleza; todo tiende al máximo equilibrio que no es sino el estado más económico.

Y ahora, matadme.
Pero antes de morir me gustaría resaltar el ejemplo del melanismo industrial de la Biston betularia a modo de clásico ejemplo de la maravillosa selección natural darwiniana, que tan lógica es y tanto sentido tiene.

miércoles, mayo 19, 2010

El loco que era un obseso

Un obseso de la planificación, nada menos. En mi mente TODO tiene que estar planificado al detalle: a esta hora tienes que hacer esto, y este día tienes que hacer tales cosas. No puedo decir que la desorganización me de ataques de ansiedad, de hecho la improvisación es muy necesaria a veces. Pero incluso cuando improviso, empiezo a hacer planes dentro de la improvisación. Y planes dentro de los planes, dentro de los planes, dentro de los planes. No puedo evitarlo.
Por ejemplo, he aquí mi fin de semana: el viernes por la tarde estudiaré matemáticas y me iré tarde a la cama para, el sábado, día 22 -mi 18 cumpleaños dicho sea de paso-, levantarme no muy pronto y por la tarde estudiar matemáticas de nuevo. Lo suyo sería salir por la noche hasta las 7:00 como mucho. Desde la hora de llegada a casa hasta las 14:00, a dormir, y, a partir de las 17:00 debería hacer un trabajo de filosofía. Después me acostaré a las 22:30/23:00 para levantarme a las 6:00 y a partir de las 6:30 ver el último capítulo de Lost en la televisión, hasta las 9:00, hora en que me pondré a estudiar matemáticas hasta las 10:30 que me iré a hacer el examen de la citada asignatura.

Ciertamente complejo. Pero mi plan tiene un 90% de posibilidades de funcionar con resultados magníficos. Eso sí, no me hago responsable de los efectos secundarios tales como trastornos del sueño o de la memoria.

domingo, mayo 16, 2010

El ensayista que estaba loco

El que no se haya considerado a sí mismo como "loco" o fuera de la norma, en general, no es una persona a la que merezca la pena conocer. Es más, cuanto más a menudo esa persona se sienta loco o fuera de la norma, más valiosa será para el resto.
En esta absurda sociedad tenemos una ridícula obsesión por extrapolar la igualdad, llamémosla "legal" o "social" a falta de un término más apropiado, que se basa en un mero "acuerdo social" totalmente natural y aceptable, a todos los niveles de la existencia. Y eso, queridos y escasísimos lectores, es la más elevada expresión del patetismo, en el sentido más sentimental del término. Voy a enunciar otra sentencia firme y demoledora como la de arriba, pero que quizás alguno denostará por malentenderla, seguramente: todos somos absoluta y totalmente diferentes, y negarlo es ser un cobarde.
¿Qué sentido tiene pretender que todos seamos clones de vestuario, clones de ideología, clones de habilidades o clones de cualquier cosa? Ninguno. Sólo hace falta mirar a la naturaleza, la clave del progreso natural, como muy bien enunció Darwin, está en la diversidad, y ese punto de su teoría es, de hecho, extrapolable a cualquier otro ámbito: la clave del progreso intelectual, tecnológico, social, vital está en la diversidad.
Por eso yo digo: estoy loco, y me encanta. Ojalá todos estuviésemos locos y lo reconociésemos. Porque perder la razón, en este sentido, es huir del convencionalismo, ser un poliedro irregular que gira, avanza y retrocede caprichosamente en la poderosa corriente de un río lleno de cantos rodados y reconocerse ante sí mismo y ante el mundo como alguien con ganas de ser algo en el mundo, en lugar de simplemente estar en él.

No sé por qué, cada vez que empiezo una entrada con fines meramente "rellenativos" acabo sacando mi vena filosófica y me sale una entrada trascendental. En fin. Quisiera hablar de más cosas.

La diversidad también es la clave del progreso del arte. Por eso me suelen gustar mucho los artistas que, con sentido estético, claro está (porque aunque nos lo quieran hacer creer, tres latas viejas y una bolsa de plástico colocadas aleatoriamente NO son arte, son una deformación de lo que yo llamo "pensamiento abierto" y que ya habiendo alcanzado dimensiones paradigmáticas ahora puedo llamar sin remordimiento "darképoc artístico" -voy a ahorrarme hoy la explicación de ese locuaz palabro-), [me gustan los artistas que con sentido estético] experimentan con los elementos de su campo.
Esto viene a cuento de mi reciente descubrimiento de:





  1. Björk.
  2. Que Yann Tierse tiene más música (e igual de buena) que la banda sonora de Amelie, y también con tonos genialmente minimalistas.

Y bueno, eso. Que Yann Tiersen, al igual que el magnifiquérrimo -y me permito y seguiré permitiendo el uso de palabras inexistentes porque estoy en mi dichosa página- Philip Glass hace música repetitiva y susceptible de llevarte al trance y que Björk está, utilizando mis propios términos, muy muy loca, musical y personalmente hablando (y eso la hace grande).

miércoles, mayo 05, 2010

El idólatra que era ensayista


LA DISTORSIÓN DE LA REALIDAD: MAGIA Y ESPERPENTOS

El mundo que denominamos real puede ser o no ser como es, nuestras percepciones del mundo, indudablemente, son. Y nace de esta contraposición duda-certeza el arte de distorsionar la percepción.
El arte, y en particular la literatura, que es la disciplina a la que en esta ocasión me refiero, siempre trata de evocar en la mente del destinatario una suerte de mezcolanza de recuerdos perceptivos, ordenados y enlazados de un cierto modo en el proceso creativo, que le da sentido a la obra artística, la dota de un mensaje, que puede  ser desde lo más "sencillo", como es el simple propósito estético de aproximarse a la belleza, hasta lo más "complejo", como son las narraciones literarias.
Complejo-sencillo no son, no obstante, sinónimos de "más bello, menos bello" o "más perfecto, menos perfecto", el mérito  de la creación artística recae, entre otras cosas, en la capacidad de su autor para reordenar los conceptos preexistentes en algo aparentemente nuevo, de forma más o menos original y con una forma más o menos bella, y por otro lado, en el potencial evocador de la obra.

Uno de los factores determinantes respecto al resultado final de la obra es el modo de ordenar y vincular esos conceptos, esos recuerdos del mundo, que puede seguir el modelo de la percepción realista humana o alejarse diametralmente de ella, empleando modelos perceptivos totalmente distintos. Lo más habitual es, no obstante, emplear una referencia perceptiva híbrida, en algún punto entre la absoluta ficción  y el realismo más escrupuloso. De hecho, es imposible alcanzar ambos polos, o al menos el extremo de la ficción -el realismo puro puede obtenerse si consideramos a la vida misma como un arte ( y como hoy día un tablón pintado de negro parece ser arte, por qué no iba a serlo la vida, infinitamente más rica), una expresión totalmente distinta a la concepción humana es imposible para el hombre. Como ocurría antes, ninguno de los dos modos de articulación artística es más meritorio que otro, y reitero que la grandeza de una obra de arte está en la calidad de la relación autor-obra-consumidor.

No obstante, y contradiciéndome a mí mismo en un alarde de libertad poética, en la mayoría de los casos la virtud está en el justo medio, como ya predicaba Aristóteles. Aunar realidad y fantasía, distorsionar la realidad, sistematizar y normalizar la fantasía sin que el resultado sea un engendro tambaleante, un batiburrillo de incoherencias forzadas a cohesionarse, es una de las tareas creativas más complicadas.
La consecución de la armonía fantasía-realidad ha sido intentada por muchos y dominada por muy (muy) pocos, pero casos paradigmáticos, en los que la perfecta unión entre lo irreal y lo verdadero se manifiesta omnipresente, son los del teatro esperpéntico de Valle-Inclán y el realismo mágico de García Márquez. Por citar a dos, porque podría pasarme horas nombrando genios de la literatura (Cervantes y Shakespeare, sin ir más lejos), pintura (Goya, indiscutible precedente del Esperpento), música (Stravinski), cine (Buñuel, Lynch), etcétera.

Como refleja Valle-Inclán en Luces de Bohemia, "Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada." La técnica del Esperpento se sustenta en la continua hiperbolización y distorsión de la más cruda realidad, mezclando usualmente lo verdadero con ficciones "pesadillescas" y regando así la trama o el mensaje de la obra con un entorno de grotesca ironía. Los "héroes clásicos" se transforman en "reflejos "deformados y caricaturescos de sí mismos, que encarnan la más inmediata realidad desde un punto de vista esperpéntico.

Con otro enfoque radicalmente distinto, la conjunción realidad-ficción de los escritores del realismo mágico aparece en su preocupación por mostrar elementos extravagantes e insólitos -hechos sobrenaturales o mágicos- como sucesos completamente normales y cotidianos. García Márquez supone sin lugar a dudas la culminación, la máxima potencia de este estilo narrativo. El más grande de los genios literarios de nuestra época (a entender de este humilde e ignorante habitante del mundo) concibe, en sus maravillosas novelas, relatos usualmente basados en hechos verdaderos, que han sido aliñados con especias cosechadas por el autor y adquieren matices fantásticos dentro de un devenir temporal arbitrario en el que conceptos como presente, pasado o futuro pierden todo sentido, y la sucesión de acontecimientos se vuelve cíclica, mágica en sí misma.

Es tan absurdamente complicado alcanzar las cotas de antitética armonía literaria que rebasan autores como García Márquez o Valle-Inclán que resulta de un increíble egocentrismo y soberbia negar o rebajar sus méritos. Deberíamos mirarles con humildad, con reverencia incluso, porque el arte es la necesaria ruta de escape e inspiración de la vida, y los artistas, por el mero hecho de crear, hacen que la humanidad cobre un poquito más de significado en el mundo.



Bueno, si un alma paciente ha sido capaz de leer este desvarío, que por otro lado, seguramente será absurdo, mi más profunda enhorabuena y agradecimiento.

lunes, mayo 03, 2010

El cuentacuentos que era un idólatra

Últimamente me ha dado por deleitarme y perderme en trances de larga duración en las frases repetitivas e hipnotizantes de la música minimalista de Philip Glass. Es fascinante, atrevida, y sobre todo, relajante y cargada de emotividad cruda, sin sentimentalismos: es sincera, brutalmente sincera. No quiero atreverme a hablar mucho del tema, porque soy un ignorante total, así que permitiré que otros hablen por mi boca para definir lo que es el minimalismo:

La idea de minimalismo es mucho más amplia que la mayoría de la gente piensa. Suele incluir por definición cualquier música que se implementa con una pequeña, mínima o limitada cantidad de recursos musicales: piezas que emplean una pequeña cantidad de notas o frases musicales, o piezas escritas con sólo una pequeña cantidad de instrumentos caseros o simples, tal y como timbales, ruedas de bicicleta o vasos de whiskey. Pueden ser piezas que sostienen ritmos báscos y repetitivos a lo largo del tiempo. Se puede incluir a la música realizada el ruido que generan eventos naturales como por ejemplo las corrientes de los ríos. Piezas que tienen ritmos cíclicos sin final. Piezas de ritmos extraños elaborados con los sonidos de un saxofón y su eco sobre una pared. Puede incluir piezas con ritmos que varían lentamente a lo largo del tiempo y que migran gradualmente a otras melodías. Pueden ser piezas que expresan todas las graduaciones entre dos notas , como puede ser Do y Re. Puede una pieza con un tempo lento que tiene una densidad musical de dos o tres notas por minuto.
Tom Johnson
Pasarse veintiún minutos escuchando una composición de Glass que parece no acabar nunca, en la que pierdes el sentido del tiempo, del principio y el final, envuelto en infinitas repeticiones obstinadas es algo casi místico. Así como Desplat consigue armonías mágicas cargadas de sentimentalidad, la crudeza minimalista de Glass ejerce un poderoso embrujo en el oyente por la propia evolución de la melodía, innegablemente bella, que va abriendo progresivamente todas las puertas del alma sensible al arte hasta que piensas en la música, te mueves con la música e incluso respiras la música.
¿Dónde demonios estaríamos sin arte, sin música? El arte es algo maravilloso y necesario. Concuerdo totalmente con Nietzsche, ilustre figura de mi templo de ídolos, que acompaña a Glass, Descartes, Wilder y otros genios.


domingo, mayo 02, 2010

El fraude que era cuentacuentos


RECUERDOS, SAUDADE

Los tañidos de la testaruda campana recorrían el aire viciado de aquella villa infecta y hacían vibrar las ancianas y ajadas contraventanas de la casa. Hacía ya tiempo que nadie entraba en ella, para el populacho no era más que un escombro, una madeja de piedra y madera abandonada a las inclemencias por su difunto dueño.
El viejo avanzaba penosamente por el camino rocoso y quebrado que le conducía inexorablemente a la cárcel de su juventud, y el obstinado sonido que anunciaba, ominoso, defunción, le taladraba la cabeza, se introdujo en su interior y le mostró imágenes de las pequeñas campanas oscilantes, movidas por un misterioso resorte, encajadas en la gloriosa espadaña.

Mientras tanto, las buenas e ignorantes, pero felices gentes de tan maniquea población acudían a la llamada de la ermita, curiosos y excitados por conocer el nombre del difunto. Muchos pasaron por delante de la casa, ignorando su melancólica presencia, demasiado acostumbrados a su podredumbre como para percatarse de que existía.
El viejo asistió desde la lejanía al morboso despliegue de actividad, manteniendo una dura batalla simultanea contra sus piernas, que de cuando en cuando se negaban a moverse.
Cuando el pueblo finalmente se reunió por entero dentro del templo y sus calles quedaron desiertas, el viejo ya casi alcanzaba su objetivo. Enfrente de la ruinosa casa que le vio nacer, fue presa de una sensación casi mística de perfección, se completaba el círculo, él era consciente de ello, y no le importaba, lo deseaba, en aras de perfeccionar su existencia con un gesto simplón pero efectivo. Ya casi no recordaba aquella puerta de madera azul, ahora desconchada y raída, ni las contraventanas, que continuaban profiriendo ruiditos vibratorios al son del ritmo fúnebre.
Una vez que hubo llegado a la puerta, se apoyó en el dintel, presa de un profundo dolor en su pecho. Se resistió a abandonarse al abismo de la eternidad y empujó con todas sus fuerzas la portezuela hasta que finalmente traspasó el umbral. Las motas de polvo le reconocieron, se arremolinaban entre sus frágiles y delgadas piernas, que estaban a punto de fallarle. Vislumbró al fondo de la pequeña estancia un catre de paja, e intentó, no sin esfuerzo, tenderse en él.

Recuerdos, saudade. Captó el aroma de las sopas de ajo que cada domingo su madre, voluntariosa, les preparaba para cenar. Tristeza, inquietud. Vio a su padre entrar por la puerta, borracho y enajenado. Miedo, angustia. Escuchó a sus padres discutir, ella gritaba. Pavor, dolor. Sintió un bulto derribarse sobre el catre. Silencio. Percibió el olor de la sangre tibia, y pronunció las palabras que tanto tiempo había esperado: "me voy contigo, mamá", y entonces, murió.

Los tañidos de la testaruda campana recorrían el aire viciado de aquella villa infecta y hacían vibrar las ancianas y ajadas contraventanas de la casa. Sonaban por el viejo, sonaban por su madre.

jueves, abril 29, 2010

El sentimental que era un fraude

Es curiosísimo cómo cambia la perspectiva de las cosas cuando estás de un humor u otro. En un periodo de 24 horas yo mismo he podido comprobarlo, y he pasado de la angustia más atenazante a la despreocupación más esperanzadora. Y todo ello girando en torno al mismo hecho. Ha sido exactamente igual a estar en el blurry world que veo sin mis gafas de miope y compararlo con la precisión y brillantez de las siluetas que aprecio con gafas. Supongo que todo se basa en apariencias e interpretaciones.

Y un maestro de las apariencias e interpretaciones era mi querido compañero de desvelos nocturnos Charles Dodgson -also known as Lewis Carroll-. A propósito de Dodgson/Carroll, no dejaré pasar esta oportunidad de reproducir mi cita literaria favorita:
"Ha llegado el momento", dijo la Morsa
"De hablar de muchas cosas:
de zapatos, de barcos y lacre,
de repollos y de reyes
de por qué hierve el agua del mar
y de si los cerdos tienen alas.



Creo que cada vez que lo cito cambio las palabras, porque siempre que lo hago lo traduzco libremente (interpreto, ya que hablamos del tema), tratando de que suene bien en español, aunque en el caso del último verso, me pide el cuerpo cambiarlo por "y de si los cerdos pueden volar". En fin, para evitarnos desacuerdos, mejor será que lo reproduzca de nuevo en inglés, aunque sólo sea para gozar una vez más de la lírica absurda y cuerda al mismo tiempo del maestro Lewis Carroll, cuya obra ha sido, por cierto, recientemente mancillada en el guión absurdo de una película preciosa:

"The time has come," the Walrus said,
"To talk of many things:
Of shoes—and ships—and sealing-wax—
Of cabbages—and kings—
And why the sea is boiling hot—
And whether pigs have wings."


Y así son hoy día todos los discursos. Todos versan sobre zapatos, barcos y lacre, repollos reyes y sobre todo, cerdos alados.

domingo, abril 25, 2010

El político que era un sentimental

John Lennon no era el único soñador.
 Yo también puedo imaginar que no hay fronteras, nada por lo que matar o por lo que morir, un mundo en el que las religiones no existan y en el que todo el mundo viva su vida en paz. Un lugar sin posesiones, sin hambre ni codicia una hermandad de personas compartiendo todo el mundo.
Deberíamos ser capaces de lograrlo, podríamos vivir en armonía, en conjunción con la naturaleza siendo parte de su sistema perfecto de equilibrio si domeñásemos nuestro albedrío para someterlo a la humanidad, al conjunto en lugar de dejarlo vagar por los parajes de la codicia y el egoísmo. Los seres humanos, viviendo en paz entre sí y en conjunción con la Naturaleza, como un sistema más de la Tierra, culminando por fin el devenir hacia la perfección del Mundo, y siendo definitivamente una raza superior.

Conseguí imaginarlo por unos segundos, pero al momento el pensamiento se desvaneció bajo el horrible peso de la realidad: es imposible. Y entonces no pude evitar echarme a llorar.

jueves, abril 22, 2010

El filósofo que era político

Acabo de ver en la televisión (mientras cenaba, que yo no la frecuento, y dejo claro que no me parece deshonroso frecuentarla) parte de un debate entre los principales candidatos de las elecciones británicas que están al caer (y que Gordon Brown va a perder), a saber: el susodicho y laborista Brown, David Cameron, conservador, y el tercero en discordia, Nick Clegg, del partido liberal demócrata.

Es curioso la cantidad ingente de diferencias que he encontrado entre la política (y la gente) británica y la chabacanería española en escasa media hora. En primer lugar, eso de que surja un "tercero en discordia" lo veo complicado en este nuestro país. Parece ser que la gente se divierte con el circo político que se montan, cual luchadores enmascarados, todo orquestado y artificial, irreal, los dos grandes inútiles de la política (por darle un nombre) española, porque no encuentro explicación si no a la rigidez del bipartidismo español actual, que toma tintes casi canovistas de lo restrictivo. Será afán de protagonismo y ceguera, o pocas ganas de ver.
Es extraordinariamente positivo para un sistema político la diversidad de ideologías y el dinamismo del debate político, que parece ser estar encasillado en la nación de charanga y pandereta, en la que el ya mito de las dos Españas parece seguir vigente por mucho que pasen los años, tome la forma que tome: igual perro, distinto collar.

Por otra parte, en nuestro país el discurso político es denigrante, anacrónico, burdo, simplón, demagogo y populista hasta más no poder, porque parece que los políticos nos toman por tontos. Bueno, algo de verdad ha de haber en eso, porque en caso contrario no entiendo como seguimos consintiéndoles todos los caprichos (que si un traje aquí, unos millones allá) y riéndoles todas sus gracietas pueriles. Pues en el debate que me ocupa, los tres susodichos decían cosas coherentes, racionales, inteligentes y sobre todo, lo que más maravillado me deja: CON RESPETO Y TOLERANCIA, aunque, claro está, cada uno desde su punto de vista ideológico, lo cual me parece productivo, correcto y digno de la raza humana, en la que ya empezaba a perder la fe.
Sí, señoras y señores, españolitos de a pie que tan orgullosos están de su decadente país, Spain is different, el mejor país del mundo y todo eso: ¡los políticos no tienen por qué ser unos mentirosos corruptos, irrespetuosos, intolerantes, hipócritas hasta la médula! Lo que uno diga, no tiene que negarlo el contrario, y si alguien propone algo, no hay que atacarle sólo porque pertenezca a una fuerza política opuesta. Lo que hace falta aquí es algo que parecen tener los ingleses: COMMON SENSE. Raciocinio. Sinceridad. Lack of egoism. Llámenlo como quieran. Dejaré claro también que no es mi pretensión canonizar a los británicos, que SEGURO que también mienten, son hipócritas, y todo eso inherente al poder. Pero al menos tendrán la decencia de disimular.

No sé por qué, pero estoy convencido de que la insostenible configuración político-social de la España actual está causada directa y totalmente por el tradicional conservadurismo que ha dominado históricamente a España y la ha encerrado en un egoísta catolicismo con gobernantes inútiles y avariciosos, una tendencia histórica que ha impedido a nuestro país progresar intelectualmente como lo hizo Francia, Reino Unido, Alemania. España, señoras y señores, como país, huele muy mal, y lo más grave es que a ningún español parece importarle.

Y ahora, permitidme llegar al súmmum inimaginable para el carca español: muestras de diversas creencias religiosas (o no creencias), con toda naturalidad, y respeto mutuo. En Reino Unido pasa a veces, ¿saben? Y en muchos otros lugares. Así que, dado que aquí en la tierra de los asesinos de toros nadie quiere poner un remedio a lo que pasa, si me preguntas que qué pienso del futuro de España a estas alturas, yo citaré a Clark Gable:
-Frankly, my dear, I don't give a damn.

martes, abril 20, 2010

El gato que era filósofo

Al hilo de una entrada en el blog de Natalia, me dio por reflexionar acerca del sentido de la vida. Empiezo la entrada con una frase potente, si señor, porque reflexionar sobre el citado tema no es ninguna futesa, aunque algún ignorante energúmeno extremista (porque para mí todo lo que no sea racional, comprensivo y conciliador es extremista) opinará que es una pérdida de tiempo absurda. Lo cierto es que me avergüenza reconocer que un día estuve en ese grupo social. En fin, dejamos de divagar.

Yo no digo si la vida tiene sentido o no, es decir yo ahí no me meto. Y no me meto porque entiendo que la necesidad de encontrar un sentido a la vida o un modo de vivirla (y reflexionar sobre estos conceptos, darles vueltas hasta la náusea) es una mera "invención", un efecto colateral de la consciencia racional humana.

El ser humano, por un lado y por ser un ente vivo de la naturaleza posee una serie de "prejuicios instintivos", de moldes en su mente que son muy útiles para el pensamiento concreto de la realidad inmediata pero cuya superación es la que nos da matices más interesantes y de mayor jerarquía en la escala del conocimiento: la ciencia, el arte... Todo ello proviene de la superación de nuestra condición natural para convertirnos en seres en los que predomina la razón, el alma, como quieras llamarlo.

Y esto me lleva a que por otro lado, además de esos modelos naturales de la mente, que podría decirse que poseen todos los seres vivos -con mayor o menor complejidad- puesto que son necesarios para sobrevivir y que están basados en la búsqueda de equilibrio de la naturaleza, el ser humano goza de un mayor nivel de complejidad en la consciencia y en la autoconsciencia, es decir, disfruta de algo que se acerca mucho al concepto de absoluta libertad. Eso es lo que le diferencia del resto de seres. Es más complejo, un nuevo escalón, pero es un error considerarlo esencialmente distinto al resto de los animales (un error fruto de la soberbia, dicho sea de paso).

Y por tener esa libertad y la capacidad de entender que la tiene es que el ser humano se pregunta por qué la posee, es decir, se pregunta por el sentido de su vida.
Así pues, la pregunta por el sentido de la vida es algo natural, en cierto modo inevitable para todo aquel que no comprenda que así es, y la única forma de avanzar en el escalafón del saber para ascender a un nuevo nivel de conocimiento, un nivel más global (que es la forma de alcanzar la comprensión, irse liberando progresivamente de los prejuicios naturales abarcando cada vez una mirada más amplia, pero empezando siempre por lo más sencillo) es aceptarse como ser humano, entender la naturaleza humana y aceptar a su vez la vida en sí misma, como un fin, no como un medio.

No sé si es un error empezar con una entrada tan densa y seguramente sin sentido alguno, pero bueno, hoy me he puesto filosófico y me apetecía escribir. Así que, si no habéis sido capaces de leer la entrada, no importa, los tiempos ligeros llegarán.

lunes, abril 19, 2010

El hombre que era un gato

Entusiasta, obseso, frenético, paranoico, maniático pero también tranquilo, ecléctico, reflexivo, inconformista, yo, Yo, YO, haciendo gala de un inmenso Ego -tan grande que se escribe con mayúsculas-, mas sin pretensiones análogas, os saludo: hola, seres sin nombre.
Llamadme como queráis (Bob, el Gato, el palurdo ese del blog del gato) o incluso no me llaméis, pero si estáis aquí (¡eo!), espero os sirva de algo leerme, que os entretenga, y que el rincón del gato llamado Gato no sea sólo una válvula de escape de la mier las cosas que habitan en la mente de este pobre diablo feliz habitante del mundo.
Nada más por ahora, muchas gracias por tomaros el tiempo de leerme, apreciarme, despreciarme, etcétera.
Que antiguas experiencias me sirvan para evitar errores y mantener las ganas de escribir durante mucho tiempo.

El del enorme Ego se despide para atender sus obsesiones, manías, paranoias, inconformismos...
Adiós.