domingo, abril 25, 2010

El político que era un sentimental

John Lennon no era el único soñador.
 Yo también puedo imaginar que no hay fronteras, nada por lo que matar o por lo que morir, un mundo en el que las religiones no existan y en el que todo el mundo viva su vida en paz. Un lugar sin posesiones, sin hambre ni codicia una hermandad de personas compartiendo todo el mundo.
Deberíamos ser capaces de lograrlo, podríamos vivir en armonía, en conjunción con la naturaleza siendo parte de su sistema perfecto de equilibrio si domeñásemos nuestro albedrío para someterlo a la humanidad, al conjunto en lugar de dejarlo vagar por los parajes de la codicia y el egoísmo. Los seres humanos, viviendo en paz entre sí y en conjunción con la Naturaleza, como un sistema más de la Tierra, culminando por fin el devenir hacia la perfección del Mundo, y siendo definitivamente una raza superior.

Conseguí imaginarlo por unos segundos, pero al momento el pensamiento se desvaneció bajo el horrible peso de la realidad: es imposible. Y entonces no pude evitar echarme a llorar.

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