domingo, mayo 16, 2010

El ensayista que estaba loco

El que no se haya considerado a sí mismo como "loco" o fuera de la norma, en general, no es una persona a la que merezca la pena conocer. Es más, cuanto más a menudo esa persona se sienta loco o fuera de la norma, más valiosa será para el resto.
En esta absurda sociedad tenemos una ridícula obsesión por extrapolar la igualdad, llamémosla "legal" o "social" a falta de un término más apropiado, que se basa en un mero "acuerdo social" totalmente natural y aceptable, a todos los niveles de la existencia. Y eso, queridos y escasísimos lectores, es la más elevada expresión del patetismo, en el sentido más sentimental del término. Voy a enunciar otra sentencia firme y demoledora como la de arriba, pero que quizás alguno denostará por malentenderla, seguramente: todos somos absoluta y totalmente diferentes, y negarlo es ser un cobarde.
¿Qué sentido tiene pretender que todos seamos clones de vestuario, clones de ideología, clones de habilidades o clones de cualquier cosa? Ninguno. Sólo hace falta mirar a la naturaleza, la clave del progreso natural, como muy bien enunció Darwin, está en la diversidad, y ese punto de su teoría es, de hecho, extrapolable a cualquier otro ámbito: la clave del progreso intelectual, tecnológico, social, vital está en la diversidad.
Por eso yo digo: estoy loco, y me encanta. Ojalá todos estuviésemos locos y lo reconociésemos. Porque perder la razón, en este sentido, es huir del convencionalismo, ser un poliedro irregular que gira, avanza y retrocede caprichosamente en la poderosa corriente de un río lleno de cantos rodados y reconocerse ante sí mismo y ante el mundo como alguien con ganas de ser algo en el mundo, en lugar de simplemente estar en él.

No sé por qué, cada vez que empiezo una entrada con fines meramente "rellenativos" acabo sacando mi vena filosófica y me sale una entrada trascendental. En fin. Quisiera hablar de más cosas.

La diversidad también es la clave del progreso del arte. Por eso me suelen gustar mucho los artistas que, con sentido estético, claro está (porque aunque nos lo quieran hacer creer, tres latas viejas y una bolsa de plástico colocadas aleatoriamente NO son arte, son una deformación de lo que yo llamo "pensamiento abierto" y que ya habiendo alcanzado dimensiones paradigmáticas ahora puedo llamar sin remordimiento "darképoc artístico" -voy a ahorrarme hoy la explicación de ese locuaz palabro-), [me gustan los artistas que con sentido estético] experimentan con los elementos de su campo.
Esto viene a cuento de mi reciente descubrimiento de:





  1. Björk.
  2. Que Yann Tierse tiene más música (e igual de buena) que la banda sonora de Amelie, y también con tonos genialmente minimalistas.

Y bueno, eso. Que Yann Tiersen, al igual que el magnifiquérrimo -y me permito y seguiré permitiendo el uso de palabras inexistentes porque estoy en mi dichosa página- Philip Glass hace música repetitiva y susceptible de llevarte al trance y que Björk está, utilizando mis propios términos, muy muy loca, musical y personalmente hablando (y eso la hace grande).

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