miércoles, julio 28, 2010

El misantropófilo que era panteísta

Hoy quiero cambiar de tema. Voy a hablar de la belleza del mundo. Por supuesto, lo de cambiar de tema era irónico en cierta medida.


El caso es que, en el campo cinematográfico, no conozco a ningún otro capaz de captar la esencia estética de la naturaleza mejor que el director de culto Terrence Malick. El susodicho auteur, iniciado en esto del séptimo arte con una modesta pero profunda joya como Badlands, si no recuerdo mal, la historia de dos jovencísimos amantes que se dan a la fuga tras haber matado al padre de ella, una declaración de la libertad y la caprichosa espontaneidad de la vida, y prosiguió su andadura cinco años después (como podréis comprobar, su ritmo de trabajo es vertiginoso, pero, todo hay que decirlo, va conforme a la calidad y perfección de las obras) con la preciosista, magnífica, natural, susceptible de causar desprendimientos de retina por la insultante hermosura de su fotografía,  Days of Heaven. Days of Heaven, aparte de contar con uno de los más brillantes cinematógrafos del siglo pasado, que por cierto, era originario de España aunque plenamente cosmopolita (Néstor Almendros, ganador del óscar por esta obra magna) y con una banda sonora mágica al estilo del Desplat de El Curioso Caso de Benjamin Button, por citar un ejemplo cercano en el tiempo, pero más mística y supremamente lírica y atemporal compuesta por el genio Morricone inspirándose, sin duda alguna en la pieza correspondiente al "Acuario" del Carnaval de los animales de Saint-Saëns, que suena en algunos momentos de la cinta, es una muestra supina de ese misticismo que imprime Malick en sus películas. Un misticismo panteísta, que convierte al mundo en un todo, mostrando el devenir concreto de ciertas vidas humanas en un contexto amplísimo. Es el detalle embebido en el absoluto.

El panteísmo de Malick tiene su culminación en The Thin Red Line, de 1998, nada menos que 20 años posterior a su obra previa Days of Heaven, quizás una de las mejores (si no la mejor) películas bélicas de la historia (Digamos Apocalypse Now, Paths of Glory, Full Metal Jacket... y The Thin Red Line). Con este filme Malick demostró una vez más su maestría, y se superó a sí mismo, mostrando de nuevo esa concepción de la naturaleza como una bellísima maquinaria (Malick hace incapié en la belleza de la naturaleza con esos primeros planos de animales, los creativos y hermosos encuadres que aprovechan las líneas y elementos naturales al máximo) que funciona al unísono, con el hombre dentro de ella, quizá inconsciente de su papel en el mundo, empeñado en una destrucción y autodestrucción infructuosa que nada tiene que ver con la conjunción y armonía con la naturaleza que demuestran estadios supuestamente más primitivos de la vida e incluso dentro de la misma raza humana. Pero, en fin, todo esto son suposiciones mías, que veo cuatro planos bonitos y se me ocurren estas cosas.


By the way, algo que me encanta de este director es el cuidado que tiene por la música, por la banda sonora, cuidado del que muchos directores incautos carecen. Malick sabe del poder de la música para crear sensaciones, y las melodías que encuadran a sus imágenes perfectas suelen estar a la altura del lirismo y trascendencia de las mismas. Y es que solo hay que ver los nombres con los que ha trabajado: Morricone, Zimmer, Horner (¿habrá parabará?), próximamente parece que Desplat...
Porque este año volveremos a hablar de Terrence Malick. Tras su adaptación de la historia de Pocahontas y John Smith en  The New World (2005) -aunque no la he visto, imagino que persiste el motivo de la armonía con el mundo de los nativos contra la destrucción innecesaria e ingenua que provocan los colonizadores-, este mismo año estrenará su nueva obra, The Tree of Life.

viernes, julio 16, 2010

La contradicción que era misantropófilo

Definitivamente creo que un término como "misántropo" o "antropófilo" no acaba de perfilar en toda su extensión mi relación amor-odio con la raza humana. Misantropófilo es mucho mejor. Muchas veces me sorprendo contemplando a la obra del ser humano maravillado y obnubilado por la belleza. Pero la mayor parte del tiempo solo veo cosas como esta:


Y qué queréis que os diga, si nadie viene y me asegura que todo esto es una conspiración del mundo contra mí, una especie de gran broma universal, prefiero quedarme en la misantropofilia.

jueves, julio 15, 2010

El salvador de gatos con retraso que era contradicción

Hoy he leído algo en algún sitio, no recuerdo dónde, sinceramente, pero era algo así como: "no nos olvidemos de Haití, no nos olvidemos de los vertidos del golfo de México y no nos olvidemos del problema del Sáhara".
No sé qué pensar acerca de ello. Y quiero decir, ¿tiene algún sentido ya preocuparse por ello? Por mucho que lo recuerde, no creo que tenga ninguna utilidad.. Lo poquísimo que podría hacer lo he hecho ya, y es una acción tan nimia que ni siquiera creo que sea útil. En fin, que para lo único que me serviría recordarlo es para tener presente que el mundo es una mierda y se está convirtiendo en una mierda mayor. Pues qué optimismo.
Pero por otro lado, ignorarlo es como llevar una de estas gafas absurdas y ver lo que quieres ver.Y si no lo ves todo, no puedes tener una buena perspectiva, y si no tienes una buena perspectiva, ¿cómo vas a saber ninguna cosa, cómo vas a hablar sobre cualquier tema?
Así que, ¿qué hacemos? ¿Intentamos vivir una vida feliz e ignorante exenta de preocupaciones más allá del precio de las patatas y de si los empleados del metro hacen huelga? ¿O vivimos conscientes de lo que ocurre en el mundo, quizás, por ser más conscientes, sin esa tonta felicidad que da el no saber?
Lo ideal sería el equilibrio, pero eso es imposible. Hay dos tipos de personas: los que no quieren saber y los que quieren saber. Si no quieres saber, puedes cambiarte de bando, pero no ocurre al contrario. El conocimiento es lo más elevado que poseemos, y una vez iniciamos su camino, nos atrapa en él.

lunes, julio 12, 2010

El asesino de gatos por omisión que era salvador de gatos con retraso

O de cómo continuó la historia del Gatito que Maúlla.
Pues sí, señoras y señores, un servidor bajó a buscar el gato. Eso sí, no solo, sino acompañado, por sugerencia del acompañante y varias horas después de que saliese el sol. En una primera exploración, el gato no apareció, pero más tarde, en mitad de El Partido (así, con mayúsculas) en la segunda, finalmente encontramos un pequeñísimo gato al que intentamos alimentar con un guante de látex lleno de leche templada sin éxito, conque lo devolvimos al lugar en el que estaba.
Pero no termina ahí la cosa, una inusual dama de elevada experiencia vital acudió a la llamada del gato tras habernos espiado en nuestra odisea anterior y habernos ignorado cuando le ofrecimos el gato estando ella asomada a su ventana. Según lo que desde la mía pude otear, la señora se llevó el gato a su humilde morada. Puede que haya sido capaz de alimentarlo, en cuyo caso vivirá, o puede que no, en cuyo caso morirá.
Ahora tomaos la metáfora como queráis, yo, personalmente, prefiero el lado positivo.

domingo, julio 11, 2010

El fiscal que era asesino de gatos por omisión

Hay un gatito que maúlla, allá, en el descampado enfrente de mi ventana, solo en la oscuridad, me imagino. Debe ser muy pequeño, sus maullidos suenan muy agudos, indefensos, asustados y descorazonadores, despiertan una especie de rara compasión, un instinto protector. Quiero bajar ahí y buscar al Gatito que Maúlla, abrazarlo y traerlo aquí conmigo.
Sigue maullando, como desesperado, desenfrenado, lo veo en mi mente, un pequeñísimo y dulce amago de gato blanco, de ojos azules, extremadamente abiertos de pánico y desprotección. En ese imposible futuro hipotético en el que bajo y encuentro al Gatito que Maúlla, éste me rehuye al principio, y cuando lo alcanzo y lo recojo en mis brazos, envuelto en una toalla, se revuelve y trata de escaparse y arañarme con sus primitivísimas y débiles uñas. No voy a bajar a por ese gato. Aunque me gustaría bajar: quiero bajar. Pero nunca bajo. Esta no será la excepción.
Quiero bajar.

viernes, julio 09, 2010

El bachiller que era fiscal

Hay una frase que deseo decir, y quiero que parezca que la pronuncio muy despacio, saboreándo cada sílaba, deteniéndome con odio en cada palabra, así que, la escribiré así:

I. Just. Can't. Believe it.

Ahora, supongo que merecéis una explicación, queridos fantasmas. Nunca he tenido nada en contra de Justin Bieber (creedme, odio que SU nombre aparezca en MI blog) más allá de que no soporto su insulsa sensiblería, su aire de androide creado por alguna siniestra compañía que pretende hacerse rica a costa de las neuronas de toda una generación de insoportables preadolescentes hiperfanáticos y su nulo talento para la música (vaya, que si llego a tener algo en su contra, directamente le atropello).