jueves, abril 29, 2010

El sentimental que era un fraude

Es curiosísimo cómo cambia la perspectiva de las cosas cuando estás de un humor u otro. En un periodo de 24 horas yo mismo he podido comprobarlo, y he pasado de la angustia más atenazante a la despreocupación más esperanzadora. Y todo ello girando en torno al mismo hecho. Ha sido exactamente igual a estar en el blurry world que veo sin mis gafas de miope y compararlo con la precisión y brillantez de las siluetas que aprecio con gafas. Supongo que todo se basa en apariencias e interpretaciones.

Y un maestro de las apariencias e interpretaciones era mi querido compañero de desvelos nocturnos Charles Dodgson -also known as Lewis Carroll-. A propósito de Dodgson/Carroll, no dejaré pasar esta oportunidad de reproducir mi cita literaria favorita:
"Ha llegado el momento", dijo la Morsa
"De hablar de muchas cosas:
de zapatos, de barcos y lacre,
de repollos y de reyes
de por qué hierve el agua del mar
y de si los cerdos tienen alas.



Creo que cada vez que lo cito cambio las palabras, porque siempre que lo hago lo traduzco libremente (interpreto, ya que hablamos del tema), tratando de que suene bien en español, aunque en el caso del último verso, me pide el cuerpo cambiarlo por "y de si los cerdos pueden volar". En fin, para evitarnos desacuerdos, mejor será que lo reproduzca de nuevo en inglés, aunque sólo sea para gozar una vez más de la lírica absurda y cuerda al mismo tiempo del maestro Lewis Carroll, cuya obra ha sido, por cierto, recientemente mancillada en el guión absurdo de una película preciosa:

"The time has come," the Walrus said,
"To talk of many things:
Of shoes—and ships—and sealing-wax—
Of cabbages—and kings—
And why the sea is boiling hot—
And whether pigs have wings."


Y así son hoy día todos los discursos. Todos versan sobre zapatos, barcos y lacre, repollos reyes y sobre todo, cerdos alados.

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