domingo, mayo 30, 2010

El miedoso que era un urbanita

Vivir en un pueblo es horrible.
La gente de los pueblos es insoportablemente entrometida y bastante ignorante, aunque suene a topicazo barato. Eso de la sabiduría popular rural a mí, condenado a la vida en un pueblo durante 18 años (albricias, el año que viene me voy), me suena a invento fantasioso.
Así que me voy a permitir el lujo de dar un consejo, por aquello de "bienaventurados los necios que se arriesgan a prestar consejos porque serán sabios a costa de los errores ajenos": jamás nunca os mudéis de la ciudad al pueblo. Puede que sea cosa de mi ingenuidad, pero me temo que la ciudad es el único sitio que te ofrece una mínima libertad social para ser tú, para vivir a tu modo y hacer lo que crees convenientes. La ciudad es la gran conquista de la sociedad contemporánea, estoy convencido de ello.
En mi pueblo, yo no soy "yo", soy "yo diluido al 50%". Diluido porque uno no puede sumir el riesgo de ganarse la enemistad del pueblo entero. Las comunidades pequeñas pueden estar más unidas y conocerse la gente mejor entre sí, pero, aunque suene muy idílico, ¿es eso realmente bueno? Mi respuesta es clara: lo dudo mucho.
Ahora en mi cabeza flota una idea inmadura, que puede ser un esperpento imaginario o ser mínimamente lúcida. Parece que irremediablemente (con baches, como es obvio), el hombre camina de algún modo hacia la plena expresión de su libertad. ¿Puede ese ser cierto? Quizás. ¿Es eso realmente bueno? No lo sé, pero muchos concordaremos en que nuestro objetivo en la vida es mostrar al mundo la idea pura que tenemos de nosotros mismos .
Puede que el año que viene, en León, pueda ser "yo diluido al 60%", y con eso, como dice el habla popular (he aquí la ironía de la literatura) "me doy con un canto en los dientes".

1 comentario:

  1. Los pueblos son como una película de Almodóvar. Y las pelis de Almodóvar son geniales, pero prefiero seguir viendolos a través de la pantalla :D

    EOE!

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