lunes, mayo 03, 2010

El cuentacuentos que era un idólatra

Últimamente me ha dado por deleitarme y perderme en trances de larga duración en las frases repetitivas e hipnotizantes de la música minimalista de Philip Glass. Es fascinante, atrevida, y sobre todo, relajante y cargada de emotividad cruda, sin sentimentalismos: es sincera, brutalmente sincera. No quiero atreverme a hablar mucho del tema, porque soy un ignorante total, así que permitiré que otros hablen por mi boca para definir lo que es el minimalismo:

La idea de minimalismo es mucho más amplia que la mayoría de la gente piensa. Suele incluir por definición cualquier música que se implementa con una pequeña, mínima o limitada cantidad de recursos musicales: piezas que emplean una pequeña cantidad de notas o frases musicales, o piezas escritas con sólo una pequeña cantidad de instrumentos caseros o simples, tal y como timbales, ruedas de bicicleta o vasos de whiskey. Pueden ser piezas que sostienen ritmos báscos y repetitivos a lo largo del tiempo. Se puede incluir a la música realizada el ruido que generan eventos naturales como por ejemplo las corrientes de los ríos. Piezas que tienen ritmos cíclicos sin final. Piezas de ritmos extraños elaborados con los sonidos de un saxofón y su eco sobre una pared. Puede incluir piezas con ritmos que varían lentamente a lo largo del tiempo y que migran gradualmente a otras melodías. Pueden ser piezas que expresan todas las graduaciones entre dos notas , como puede ser Do y Re. Puede una pieza con un tempo lento que tiene una densidad musical de dos o tres notas por minuto.
Tom Johnson
Pasarse veintiún minutos escuchando una composición de Glass que parece no acabar nunca, en la que pierdes el sentido del tiempo, del principio y el final, envuelto en infinitas repeticiones obstinadas es algo casi místico. Así como Desplat consigue armonías mágicas cargadas de sentimentalidad, la crudeza minimalista de Glass ejerce un poderoso embrujo en el oyente por la propia evolución de la melodía, innegablemente bella, que va abriendo progresivamente todas las puertas del alma sensible al arte hasta que piensas en la música, te mueves con la música e incluso respiras la música.
¿Dónde demonios estaríamos sin arte, sin música? El arte es algo maravilloso y necesario. Concuerdo totalmente con Nietzsche, ilustre figura de mi templo de ídolos, que acompaña a Glass, Descartes, Wilder y otros genios.


1 comentario:

  1. Wowooo! Felicidades por el hecho de tu gran logro. Yo no hubiera sido capaz de escucharla entera. De hecho, casi no puedo con una canción de 15mins de Travis, con la que casi muero.

    The Hours rules! XD

    EOE//

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