sábado, febrero 12, 2011

El ordenado que era psicólogo (y un poco fanático)


No dejo de escuchar Born This Way una y otra vez (y otra vez, y otra vez, y otra vez), escuchándola atentamente, buscando algo. Hace unos minutos no sabía lo que era. Ahora lo tengo claro.
Cada vez que la vuelvo a escuchar busco el porqué de que haya decepcionado o no-gustado a una cierta cantidad de gente. Vamos, que busco lo que tiene de malo la canción y no lo encuentro. No obstante creo que ya sé lo que está mal. La gente está mal. Ese es mi dogma: la gente está mal y lo odio.
Perdonadme si me crezco, pero verdaderamente opino que la gente no piensa las cosas. Solo hablan, y hablan y hablan, y dan opiniones absurdas pretendiendo que cualquier opinión merece el mismo respeto. Eso es una ingenuidad propia de una mente infantil. No puede ser que tenga el mismo peso una opinión fundamentada y una "opinión" sin razones que la sostengan. De todas formas, esto ya lo he tratado anteriormente. Dónde quiero ir.
Bien, quiero ir al hecho de que la gente no sabe lo que quiere. La mayoría de la gente quiere cosas muy bonitas y perfectas, y cuando chocan de bruces con la realidad, pues eso, frustración. Todos lo vivimos a diario. O por lo menos yo lo vivo a diario. Es algo normal. Lo que no es normal es perdurar en la rabieta.

Solo hace falta pensar un poco y dejarse de Sehnsucht y gilipolleces, que ya tenemos una edad. ¿Por qué algo le gusta a una persona? ¿Cómo decidimos "me gusta el rojo" u "odio el amarillo"?
A falta de una encuesta científica y fiable echaré mano de mi experiencia personal, sea extrapolable o no. Muchas veces, decidimos lo que nos gusta y lo que no de manera inconsciente, según como lo que percibimos se integre en las estructuras (hardware o software) de nuestro cerebro que ordenan y analizan la percepción (hipótesis infundada, ¡HIPÓTESIS!), pero en otra cantidad considerable de ocasiones, decidimos conscientemente si algo nos gusta o no. Esto se aplica especialmente con motivo de acontecimientos, realidades o situaciones que ya han sido programadas, previstas o simuladas en nuestra mente, de forma que previamente hemos puesto una etiqueta a ese contenido y nos hemos creado unas expectativas. Del choque de esas expectativas con la experiencia real posterior saldrá nuestro like o dislike. Obviamente, si nos creamos unas expectativas absurdas dejándonos llevar demasiado por ese anhelo humano por las cosas bonitas y perfectas, pues nos entra la infelicidad del romántico. Quiero rosas pero sólo hay juncos, y claro, eso deprime.

En fin, no pido cosas imposibles, el capricho es una parte intrínseca de nosotros, intentar extinguirlo es como querer cortarnos la mano, pero la mente también es parte de nosotros, y para algo la queremos. Podemos neutralizar subsistemas con subsistemas. Controlemos el capricho con la mente. Pensemos detenidamente en lo que decimos y en lo que pensamos, y luego, emitamos juicios razonables.
Gracias por los aplausos, audiencia inexistente...

Lo cierto es que si verdaderamente hubiera una audiencia, creo que me odiarían xDD

Edición (27/11/2011): Hoy odio a Holden Caulfield. Me aterra comprobar que hace menos de un año me parecía terriblemente a él.

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