martes, febrero 08, 2011

El universitario que era ordenado


Todo es orden y todo es caos. El arte contemporáneo es caos. La música, pintura, las artes gráficas, el cine, la literatura. Cuanto más se expande la conciencia de la humanidad, más caótico se hace eso que llamamos arte. Pero para que sea arte, nuestra mente ha de ser capaz de encuadrarlo en un orden. Es por eso que vemos belleza tanto en la opulencia, como en la miseria, en lo barroco y en lo minimalista.
No todo lo que se ordena es arte ni el arte tiene que parecer caótico. Hay arte en el polo apolíneo y lo hay en lo dionisíaco. Pero la esencia de tal dicotomía es que son lo mismo. Caos y orden. Reposo y movimiento. Tormenta y quietud. Su existencia, su apariencia, dependen del punto de vista, del grosor de la lupa con que examines el mundo. Cuanto más lejos estás, menos cosas ves, y desde una posición cósmica, el caos y el orden son iguales.
Una bandada inmensa de pájaros que vuelan sobre nuestras cabezas parecen la más intensa expresión del caos, pero si alejamos el punto de vista, apreciamos cuál es el orden y el sentido de su vuelo, apreciamos formaciones, dirección, propósito.
Todo existe en la medida en que se procesa en nuestra mente desde la perspectiva en que se percibe.

Por eso hay arte en la música de Philip Glass y en la de Alex North. La del primero, es un orden exasperante, hasta tal punto que resuena caótico, la del segundo es esencialmente caótica hasta que llegas a experimentar su orden. 

¿No es hermoso el mundo?


Caos ordenado

 

Orden caótico

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